Celebraciones religiosas

En la exposición «Cosmovisión» se narra la veneración, el culto a las deidades naturales, la Toosa y los espacios espirituales. En «Religiosidad» se explica como esa gran devoción, respeto por las creencias y valores antiguos fueron mezclados con las creencias católicas durante la evangelización. Tal unión resultó en la vivencia de una nueva religiosidad para la tribu; se trata de un sincretismo donde lo visible es en su mayoría cristiano mientras que lo invisible es yaqui (por así decirlo); ambas dimensiones se presentan simultáneamente y coinciden intermitentemente en cada una de las celebraciones religiosas[1].

La Waejma «Cuaresma» es la celebración de mayor importancia para la tribu, en ella se representan tanto su aceptación del catolicismo aprendido en los siglos XVII y XVIII, como simultáneamente su resistencia al mismo. En ambas secciones del calendario anual coexisten estos dos polos: durante el tiempo ordinario se privilegia preferentemente el polo de significación católico y en la Cuaresma reluce más el polo yaqui. En el Sábado de Gloria, sin más, los dos polos se invierten[2].

Calendario anual de fiestas. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova
Ciclo ritual anual. Información obtenida del texto “contexto calendárico yaqui” de Ma. Eugenia Olavarría

Cada uno de los ocho pueblos congregados por los misioneros jesuitas a partir de 1617 ven fortalecida su importancia con base en la edificación de los templos en adobe; y desde alrededor de 1623 existe la veneración a los Santos Patronos, dos por cada pueblo. El ciclo ritual anual es bastante complejo, tratamos de explicarlo. El año se divide en tiempo ordinario y la waejma «Cuaresma» (que se trata detalladamente más abajo).

En el tiempo ordinario hay dos grandes tipos de acontecimientos rituales: las fiestas patronales y las fiestas familiares que son considerados ritos de paso. En el pueblo de Bélem, por ejemplo, los Santos Patronos son: San Miguel Arcángel (29 de septiembre) y San Pedro y San Pablo (29 de junio). 

Ceremonias patronales

En las fiestas patronales se bautiza a los niños de la comunidad, y se hacen compromisos para ser los próximos fiesteros (organizadores de los festejos). Cada festividad tiene sus elementos: danzas, instrumentos y atuendos, entre otros. Sus formas se dividen en actividades principales, como fiesteros mayores (rojos y azules), en el caso de las fiestas de la Santa Cruz, San Juan, Santísima Trinidad, Corpus Christi; donde los personajes principales son Kapetai yo´owesegundo Kapetaialawasin y alpes quienes hacen posible que la festividad cumpla con las conductas y ritos referentes a la danza de Venado y del Pascola.

Maqueta de danzas yaquis. Museo Étnico de los Yaquis. Sala Danza y música. Fotógrafo: Juan Casanova.
Estandarte de fiesteros azules. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Olavo Rojas Vega

Fiesteros

Cada una de las fiestas patronales presenta una secuencia similar, cuyos rasgos generales son los siguientes un total de ocho parejas de fiesteros, cuatro del bando azul  conocido como Taebo betana o «los de la salida del sol» y cuatro del bando rojo conocidos como Banee betana o «metida del sol», todas elegidas con un año de anticipación. Ya en las celebraciones patronales se pueden identificar tres grupos: los «principales» o «mayores», los salientes (principales del año anterior) y los entrantes. Todos ellos a su vez se auxilian de personas para ayudarles con la preparación de las fiestas[3].

Una semana antes de la fecha señalada para la fiesta, los fiesteros vigentes amarran a quienes serán sus sucesores, a quienes se persigna y coloca un paño sobre la cabeza, de color azul o rojo según les corresponda. Esta fiesta se le conoce como sotoi pajko cuya traducción es «fiesta de los cajetes». Durante un año los recién electos sólo se dedicarán a observar y hasta el último día recibirán formalmente su cargo y compromiso[4].

Estandartes de fiesteros azules y rojos

Los estandartes azules y rojos se utilizan para identificar a los dos grupos de fiesteros, para ambos casos, los alpes “alférez” se encargan de dirigir a cada grupo de acuerdo al color de estandarte que lleven; en las ceremonias religiosas dan las pautas de la ritualidad con los movimientos del estandarte.

Además de lo anterior, los estandartes azules y rojos se utilizan para bendecir los alimentos de la fiesta, la ceremonia de persignación de los fiesteros y para bendecir algún difunto con el cargo de fiestero. Estas se ondean tres veces en el nombre de la Trinidad desde el centro hacia las cuatro direcciones, y con ello se sacraliza un territorio, un patio o una casa. Gracias a las banderas se evitan los males y se circunscribe un bwiata te’ochia «un lugar consagrado»[5].

Estandarte de fiesteros rojos y chapayekas. El estandarte Chapayeka se distingue por su color rojo con una cruz amarilla en el centro. Se utiliza para bendecir las ceremonias de las fiestas de cuaresma, santiguar a las personas en la velación del cuerpo de Cristo, en la fiesta de la pasión y para bendecir a las personas fallecidas si pertenecieron a la orden de los fariseos o los caballeros. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Olavo Rojas Vega

Fiestas familiares

Entre las fiestas rituales de paso y familiares se encuentran: la bendición a los nuevos gobernadores, los bautizos, bodas y defunciones. En estos eventos aún se practica la lengua culta conocida como el Yo´o Lutu´uria que significa «la verdad de nuestros mayores», esto significa conservar vivas la tradición de expresión oral.

Actualmente, en eventos como la boda tradicional ha permeado una aculturación frente a los festejos populares del resto del país, en donde se practica una dualidad entre lo tradicional y prácticas de una boda mestiza, es decir, existe practicas previas de danzas yaquis, vestimentas tradicionales una planificación del evento considerando  un buen conjunto musical, vestidos blancos de novia a la usanza europea, la siempre llamativa tanda húngara (poner dinero en la ropa de los contrayentes por los invitados mientras bailan una pieza musical), el pastel nupcial e incluso el retrato de los cónyuges como evidencia de su felicidad[6].

El ritual matrimonial inicia de manera lúdica con los Pascolas quienes juegan los roles del varón y la mujer; unos pretenden hacer ver a la mujer sus próximas responsabilidades en los quehaceres de la vida, mientras que los que juegan el rol de varón danzarán en casa de los padrinos de bautizo y serán vestidos con ropa nueva. Lo mismo pasa con la novia, misma que será entregada a toda la nueva familia con tamales que simbolizan la madurez. La novia es recibida en la cruz principal conocida como Kus testiko y de ahí será llevada por la familia a conocer el interior de la casa; con ella entran los pascolas haciendo sátira de lo que le espera, en un momento, se detiene la comitiva y el pascola mayor le ofrece a través del yo´o  lutu´uria un consejo resaltando los valores universales del deber ser.

Boda yaqui. Fuente: Archivo General del Estado de Sonora
Elaboración de tortillas. Fuente: Archivo General del Estado de Sonora

Comida festiva​

La comida en las fiestas además de satisfacer una necesidad fisiológica, es un acontecimiento de gran profundidad ceremonial, pues está presente en todos los actos representativos de las costumbres y vida cotidiana; con esta práctica se genera una conjugación de valores esenciales que están inmersos en los sentimientos familiares y que se comparten entre sí porque es la forma que enseñaron los ancestros a través de la tradición oral, donde la naturaleza mostró que el cielo, la tierra, el aire, el agua y las estaciones son elementos propiciadores de vida. Estas dimensiones se captan y reproducen en las fiestas realizadas durante todo el año.

El platillo que no puede faltar en el menú de celebración es el wakabaki «carne de res cocida en agua», y actualmente se acompaña con verduras, y se sirve en platos de barro conocidos como babu puato que significa literalmente «plato de barro». Originalmente este platillo solía ser carne de venado pretendiendo que al consumir su carne se adquieren los atributos por los cuales se valora a este animal, pero se sustituyó por res debido a la escasez del animal silvestre. Otros platillos son: carne con chile, frijol con hueso, todos siempre acompañados por tortillas de harina.

Para que el wakabaki pueda ser considerado como ceremonial, es necesario que sea servido en platos de barro y cuchara de carrizo. Al finalizar las ceremonias rituales y de convivencia, en algunos pueblos se acostumbraba quebrar los platos de barro, así se aseguraba que nadie pudiera tocar la felicidad del pueblo contenida en ellos. Actualmente se colocan los platos en los techos de sus viviendas para ser purificados por el sol y ser utilizados en la siguiente fiesta.

Fiestas tradicionales

Las fiestas tradicionales son celebradas en todos los pueblos yaquis y son: Santa Cruz, Santísima Trinidad, Corpus Christi, San Juan Bautista, y la Virgen del Camino. Esa última es tal vez la de mayor relevancia porque es la iniciación de los matachines, en la cual se concentra a un gran número de pueblos yaquis nacionales y extranjeros, siendo la única ocasión del año en que se juntan los matachines de todos los pueblos. Otra celebración de importancia (al igual que a nivel nacional) son los festejos a la Virgen de Guadalupe.

Virgen de la Dolorosa. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de organización política y religiosa. Fotógrafo: Juan Casanova.

Waejma / Cuaresma

El tiempo de Waejma trae profundos cambios en la conducta social diaria como: la vestimenta, los sonidos de los instrumentos musicales, y prácticas para evitar o minimizar trasladarse en vehículos con motor de cualquier tipo, por lo cual se privilegia el desplazarse descalzos, con huaraches, a caballo o en bicicleta, debido a que estas acciones purifican el alma.

Para los Yaquis la Waejma inicia a partir del día de la candelaria (2 de febrero). A partir de esta fecha se paralizan todas las actividades de orden religioso como los novenarios; cabo de año; bodas; bautizos; etcétera. En esta etapa sobresalen distintos grupos de la compleja organización ceremonial yaqui, cada uno de ellos con funciones específicas: la kojtumbre ya´ura abarca a los kabayeom o «caballeros», quienes se encargan del orden público, a la par que los chapayekas, o fariseos, quienes son el grupo predominante y con jerarquía similar a un ejército convencional, por lo que en su organigrama hay capitanes, tenientes, sargentos y pilatos. 

Durante la Waejma, los iniciados en la kojtumbre no pueden (o al menos no deben ser descubiertos) tener relaciones sexuales, beber alcohol, comer carne, dulce, lácteos o alimentos de fácil descomposición y a lo largo del tekipanoa o trabajo ritual, están sujetos a ser zurdos, no pueden hablar y tampoco deben alejarse de la guardia, ya que la transgresión de estas normas es castigada hincándolos sobre garbanzo, sal y azotes en la espalda[7].

Por respeto a los usos y costumbres de la tribu Yaqui, no se integra material fotográfico o audiovisual explícito relacionado a esta celebración tan importante y emblemática. Título de la imagen: Procesión de Chapayecas. Autor: Ted de Grazia

La orden de los Chapayekas​

Reciben este nombre a causa de la máscara que portan cuyo nombre es chapala yekak o «nariz larga y puntiaguda». Los chapayekas tradicionales o de mayor rango son los únicos que portan máscaras con dibujos de flores, mientras los demás las usan de diferentes personajes, como apaches, negritos, payasos, «cholos» o centuriones romanos, todas elaboradas con piel de chivo. Ellos representan a los judíos que dieron muerte a Jesús y van a aparecer caracterizados de esta manera con máscara de orejas grandes y nariz de madera. Este cargo puede asumirse desde niño a partir de los siete o diez años, impuesto por padres o parientes allegados en caso de padecer una enfermedad grave.

En el caso de los adultos, para ser Chapayekas se debe estar casado por la iglesia, pues, se requiere de la fuerza del matrimonio para poder personificar a la maldad, ellos llevan ornamentada su espada y cuchillo con imágenes de triángulos, y las sewa o flores, símbolo de inocencia, se encuentran en la máscara; por su parte, aquellos que sean jóvenes y/o solteros, ostentan el cargo de cabos, su cuchillos y espadas tienen imágenes de flores, además de que deben llevar la misma máscara de animal por tres años consecutivos, para representar con ello el misterio de la santísima trinidad: padre, hijo y espíritu santo.

Durante la cuaresma, esta organización religiosa sustituye a los cobanaos o «gobernadores tradicionales», encargados del mando civil, con lo cual se da entrada y legitimidad al kojtumbre como máxima instancia de autoridad[8].

Chapayeka. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Olavo Rojas Vega
Diorama de Semana Santa. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova

Miércoles de ceniza​

El miércoles de ceniza el maestro rezandero pone una cruz de ceniza en la frente de quienes acuden a la iglesia. El miércoles de tiniepla «tinieblas», empieza cuando en la iglesia se han encendido doce velas que representan «la luz del cielo». Aproximadamente a las dos de la madrugada, cuando se apaga la última vela, de inmediato se escucha un estruendoso golpeteo, las luces de la iglesia se apagan por completo, mientras que la tiniepla se ha concretado con la extinción de la luz y ha dado entrada a la «oscuridad».

En la oscuridad, los participantes acuden a la búsqueda de sus progenitores para hincarse delante de ellos, estos últimos los esperan con un fuete o látigo para golpearlos en la espalda mientras ellos agradecen los golpes recibidos. Estos golpes simbolizan el perdón de los pecados cometidos a lo largo del año.

Inmediatamente después del miércoles de ceniza, en el primer viernes de Cuaresma comienzan los kontis, que consisten en una procesión a través de un camino alrededor del templo católico, en el sentido opuesto a las manecillas del reloj. Siguen el camino del vía crucis, donde se ubican catorce cruces de madera, con un calvario formado por tres cruces. A partir de este primer konti, cada viernes tendrá lugar otro hasta llegar el Domingo de Ramos.

Viernes de Lázaro​

Es el quinto viernes de Cuaresma donde los yaquis alimentan a sus perros delante de la cruz, conocido como Kus testiko wekame, principalmente les ofrecen atole y comida como el wakabaki; cuando los están alimentando, le amarran un listón colorido al cuello del perro de donde sobresale el color rojo, también, truenan tres cohetes en señal de haber cumplido con esta obligación. Esta es una tradición surgida de principios de siglo XX; a finales del mismo siglo, las familias yaquis hacen su promesa de velar a San Lázaro después de haber superado una enfermedad.

Wakabaki. Fotográfo: Olavo Rojas Vega
Ramada. Museo Étnico de los Yaquis. Área de servicios. Fotógrafo: Juan Casanova

Domingo de Ramos

Después del viernes de dolores (sexto viernes de cuaresma), la kojtumbre ya´ura se queda en el templo, para de ahí salir a temprana hora el sábado a visitar a las familias con la imagen de San Ramos (entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado en un burro). Las familias los recibirán de nuevo en el Kus testiko wekapo, muchos de ellos le colgarán listones a la imagen.

Por la tarde-noche, la imagen será llevada a casa de una familia yaqui, donde ya habrá una ramada tradicional esperándolos con un pontal en el interior de ella. Más tarde, la velación inicia con rezos, danzas del Pascola y Venado. Cabe señalar que esta fiesta de San Ramos las realiza cuatro parejas de fiesteros, conocidos como naiki persona achai, naiki persona maala, o bien Pajkome «los que están haciendo la fiesta».

Por la mañana, después de velar, la imagen de San Ramos es llevada al templo donde después de repartir las palmas se realiza un koba konti o «viacrucis» enfrente del atrio representando así la llegada de Jesús a Jerusalén montado en su burro.

Semana Santa

El Jueves Santo es la conmemoración de la última cena y aprehensión de Jesús en el huerto de los Olivos. Este suceso está personificado por un hombre de edad adulta que encarna a Jesús, llamado Yoem o´ola o «el viejito».  Por la tarde, el viejito sale de la iglesia para reunirse con doce niños, quienes harán de apóstoles, al terminar esta representación se inicia la dramatización de la aprehensión seguido por dos kontis, el primero, lo realiza el viejito con una vara larga de mezquite fresco en la mano azotando con ella a los fariseos o chapayekas por todo el viacrucis, casi al termino, en la estación catorce, los chapayekas encuentran y agreden físicamente al viejito por lo que sus defensoras también con varas largas de mezquite golpean a los chapayekas cuando quieren acercarse; este personaje desaparece entonces del escenario para dar lugar a Jesús el Nazareno, una imagen como de un metro de altura, atada con dos sogas al cuello y sostenida por dos chapayekas. Durante la noche el Nazareno es vigilado por la Kojtumbre ya´ura, los caballeros con rosario en mano tomando la soga rezan al inicio de la velación. Los chapayekas lo harán de dos en dos una vez que terminen los caballeros, tomando la soga en sus manos y dialogando a través de señas con sus armas de madera. Por último, terminan la noche vigilando al Nazareno para que no escape.

Sontaom (soldados) durante un konti. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova

El Viernes Santo es la jornada de mayor intensidad ritual, por lo cual es también la más estricta en todos los sentidos. En el interior de la iglesia se ha preparado la ramada con unos botes llenos de tierra para contener troncos macizos de álamo que cubren una gran cruz con Jesús crucificado. Encabezados por pilatos, los chapayekas y cabos irrumpen violentamente en el templo y se preparan para el momento en que le darán muerte a Jesús. Pilatos atraviesa el álamo con su lanza y la clava en las costillas de Jesús: se ha consumado la muerte del Nazareno. Los chapayekas corren intempestivamente fuera de la iglesia y celebran la muerte de su enemigo.  La imagen de Jesús es bajada por cuatro hombres vestidos de blanco conocidos como «varones», quienes serán los encargados de levantar la urna con la imagen de Jesús en su interior y hacer el viacrucis hasta el momento de la resurrección en la media noche del sábado.

Todas las imágenes religiosas se cubren con una tela negra y los presentes se acercan a depositar veladoras encendidas alrededor de Jesús, ahora tendido, sin la cruz y sobre una sábana blanca. Después lo colocan en el ataúd o urna, cubierta de tul blanco con tres ramilletes de flores amarillas y de colores; las flores simbolizan la sangre de Jesús y las lágrimas de la Virgen María. Cabe aclarar que a partir de este momento y durante el viacrucis con la cruz sin la imagen de Jesús, toda persona irá en la procesión sin portar cosas ostentosas como reloj, anillos, lentes, etcétera. A las mujeres se les pide soltarse el cabello.

El cuerpo de Cristo es velado toda la noche hasta la madrugada del sábado, día en que se celebra «el encuentro de la Virgen». Este ritual da comienzo con un konti, en el sentido de las manecillas del reloj. Al salir de la iglesia cargan a la Dolorosa con el luto puesto y acompañada por un grupo de chapayekas, mientras a Jesús lo escoltan otros fariseos en sentido contrario, cuando ambos bandos se encuentran en la parte trasera del templo, comienzan una pelea ritual en la que cada cual trata de llevarse a un chapayeka opuesto a sus filas; las caídas, jalones y empujones terminan cuando capturan un número suficiente de contrarios; concluida la disputa, la Dolorosa sale al encuentro de Jesús, que, al percatarse de la resurrección de su hijo, se quita el luto y ambos retoman su camino rumbo a la iglesia, cada uno con los chapayekas capturados y los propios. Entonces las cruces se levantan nuevamente, debido a la resurrección de Jesús.

Diorama de konti / procesión. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova
Máscara de chapayeka Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova
Máscara de chapayeka. Museo Étnico de los Yaquis. Sala de fiestas tradicionales. Fotógrafo: Juan Casanova

El Sábado de Gloria es la ceremonia más importante para la tribu, a temprana hora, los padrinos de los chapayekas irán por ellos al templo, para llevarlos a desayunar a casa de la madrina y después entregarlos de nuevo a su cuartel. Posteriormente inicia el tradicional «recorrido del malhumor», un konti dedicado a los niños, quienes van acompañados por familiares o padrinos. El recorrido se efectúa en el sentido de las manecillas del reloj y el personaje principal es el Judas, un muñeco vestido a la moda yori o mestiza, aunque con máscara de chapayeka y sombrero.  Los chapayekas hacen mofa del maestro litúrgico y el ritual se vuelve lúdico e irreverente, al término del konti colocan al delator a un costado de la ramada de los caballeros, donde cada fariseo, en estricto orden jerárquico, pone un cohete en el muñeco que habrá de encenderse más tarde. En varios pueblos se acostumbra hacer el ritual del sewa kauti o «deshojamiento de la rama», mismo que harán las mujeres vírgenes; mientras se hace este ritual, los maistros y cantoras entonan salmos propios del momento.

Finalmente, los chapayekas se preparan a dar la batalla final y así irrumpir en el «cielo», representado por una sábana blanca que divide la nave principal del templo. Detrás de la sábana se encuentran los angelitos y sus madrinas, preparados con sewam «flores», utilizadas para retener a los fariseos; el momento culminante llega cuando el pilatos y los chapayekas hacen tres «glorias», es decir, tres intentos de entrar al «cielo»; cada vez que se abre, los angelitos lanzan flores a fin de contenerlos; acto seguido, tras concluir las glorias, pilatos y chapayekas corren hacia fuera, se deshacen de máscaras y armas colocándolas alrededor del Judas, luego sus padrinos atan un paño en el brazo de su ahijado y corren descalzos hacia la iglesia para alcanzar el «cielo», que les fue negado cuando eran fariseos.

A partir de la primera corrida del Sábado de Gloria, el gobierno tradicional vuelve a alcanzar el fuero que estuvo en recesión y en poder de la kojtumbre ya´ura. En ese momento hace su aparición dentro de la iglesia el Venado, Pascolas y por primera vez en la festividad los matachines o soldados de la Virgen, para iniciar la conmemoración de la «gloria» y el inicio de sus ciclos rituales. Después de este suceso, uno de los capitanes enciende la mecha que quemará al Judas, junto con los sombreros, espadas y casi todas las máscaras utilizadas ese año, excepto dos de las llamadas rape naka u «orejas grandes», mismas que serán utilizadas para ponérsele al Judas o durante una misa de cuerpo presente de algún chapayeka que haya fallecido. Estas máscaras que no fueron quemadas serán puestas viendo hacia atrás en la parte superior del sombrero de los llamados juras yo´owes o «chapayekas mayores».

El Domingo de Resurrección se forma a muy temprana hora un camino muy frondoso con hojas de álamo y se coloca a Jesús en la ramada hecha a un lado de las tres cruces que se encuentran frente a la iglesia. Cuatro tenánchis, jóvenes vestidas de blanco encargadas de cuidar las imágenes de la virgen, la cargan y corren por el camino de álamo; una vez que éstas han realizado el recorrido, se juntan las imágenes religiosas con el danzante de Venado, Pascolas, Matachines y el pueblo congregado para concluir el ritual. Por último, cada grupo da las gracias en su respectiva ramada por la culminación de sus obligaciones y, al toque del tampaleo, oficiantes y comunidad se disgregan rumbo al reposo de sus hogares[9].

Referencias

1 Olavarría, Ma. Eugenia. (2000). Contexto calendárico yaqui En Alteridades, Vol. 10, (20). p.53. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702004

2 ibid. p. 55

3 Lerma Rodríguez, Enriqueta. (2016). La construcción social del tiempo circular y el espacio concéntrico y reticular en la ritualidad yaqui En Nueva antropología, 29(84), p. 18. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/pdf/na/v29n84/0185-0636-na-29-84-00011.pdf

4 Olavarría, Ma. Eugenia. op. cit., p. 42

5 Ibid., p. 40

6 Restor Rodríguez, María M. (2017). La identidad yaqui y el agua En Conflictos por el agua y alternativas en los territorios indígenas de México. Jiutepec, Morelos: Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. p. 144. Recuperado de http://repositorio.imta.mx/handle/20.500.12013/1839

7 Olavarría, Ma. Eugenia. op. cit., p. 46

8 Merino González, Erica C. (2013). La Cuaresma y la Semana Santa yaqui En Los pueblos indígenas del noroeste: atlas etnográfico. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Instituto Sonorense de Cultura del Gobierno del Estado de Sonora. Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. p. 177-179. Recuperado de https://www.mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/libro:449

9 ibid., p. 176

Diseño y dirección general del proyecto. Mirko Marzadro (ITESCA)

Dirección ejecutiva del proyecto, diseño y desarrollo de software. Olavo Rojas Vega (Redescubramos Sonora A.C.)

Catalogación. Felipe López Valentín (Redescubramos Sonora A.C.)

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